Un viaje de ida y vuelta I (La partida)

Hace algún tiempo, cuando me tomé esto de escribir algo más en serio porque quería hacerlo bien, o no tan mal, comencé la gran búsqueda. Buscaba de todo: sobre personajes, descripciones, trama, ortografía, estructura… supongo que a todos nos ha pasado y terminamos ahogados en un mar de documentos, consejos y fórmulas maestras.

Entonces apareció él: el héroe. El héroe y su viaje, con sus aventuras, su mundo maravilloso, sus enemigos, las decisiones y las pruebas. Y la verdad, me gustó el concepto. Indagué, rebusqué, leí: veía a ese héroe de las mil caras por todos lados. Me obsesioné un poco, la verdad, hasta me hice una plantilla para Scrivener, con explicaciones de cada etapa, y un plotboard con su esquema para tenerlo bien presente. Buscaba al héroe en cualquier ficción, ya fuera en la literatura o en el cine, e intentaba identificar sus etapas, reconocer a los arquetipos.

El devenir de nuestro personaje lo marcarán los tres actos del viaje: la partida, la iniciación y el regreso. Sí, la última es el regreso, el héroe vuelve a casa (aunque ya no será el mismo, ha evolucionado). Cada una de ellas se dividen en varias etapas, que ya iré comentando.

Publicaré (léase ‘intentaré publicar’) tres entradas, una especie de guía, esquema o resumen de todo el viaje, y más tarde, una entrada para cada etapa. Hoy comentaré, por encima, la primera parte: la partida.

Imaginemos a Dorita en Kansas (sé que es un libro popular en los Estados Unidos, pero la película es fantástica y suelo verla anualmente), a Luke Skywalker en Tatooine, a Frodo viviendo plácidamente en la Comarca y por qué no, pensemos en Zack Mayo en Oficial y caballero, en Vivian caminando las calles en Pretty Woman, en sus vidas cotidianas (que no serán las más recomendables, pero eran las que tenían), no todo va a ser fantasía. Me dejaba atrás a Thomas en su aburrida vida en la oficina. ¿Que quién es Thomas? Después os lo digo, mejor voy dejando pistas, a ver quién lo averigua.

Eso son los mundos ordinarios de nuestros héroes, su vida anodina, tranquila. Estos personajes no tienen superpoderes, por ahora, son seres normales, como nosotros. Yo tengo a Toteli, mi pequeña heroía, una niña de cinco años que vive en el bosque de Miremiam con sus padres (¿o no serán sus padres?), sin contacto con otros seres (excepto los bichejos que por allí habitan). Esta es la situación de partida de los personajes, su mundo ordinario. Y, de buenas a primera, algo ocurre, un hecho extraordinario (o no), un acontecimiento único (o no) que nos puede parecer más o menos relevante, pero hace que el personaje se ponga en movimiento en el primer acto, se mueva y reciba la llamada a la aventura: Thomas recibe un mensaje en el ordenador (primera pista), Luke ve el mensaje de R2D2. ¿Qué le ocurre a Frodo? ¿Y a Vivian?  Pobre Dorita y pobre Totó.

La guerra de las galaxias tiene un viaje del héroe de manual, George Lucas siguió esa senda para su personaje. Y como el manual dice que en un principio el héroe debe rechazar esa llamada, Luke no puede abandonar Tatooine, tiene que quedarse con su tío una estación más para ayudarle con la cosecha. Escusas, escusas, solo escusas. Thomas piensa que se está volviendo loco, que lo que le está ocurriendo no es real y decide quedarse en su mundo ordinario (le entra miedo mientras camina por la cornisa).

Hay un personaje, el mentor, que aparece en la primera parte (mejor pronto que tarde y así lo vamos conociendo mejor) para ayudar a nuestro personaje (ayuda sobrenatural o encuentro con el mentor). Este actor le cuenta quién es y le da algunas pistas para que sepa qué tiene que hacer. Luke conoce a Ben Kenobi, Thomas a Morfeo (esta sí que es una buena pista), Frodo tiene a Gandalf, Zack al sargento Foley.

Y qué hacemos para que Luke no se quede el personaje siga: matamos a sus tíos, mira que simple, y así, nada le queda, nada impide que continúe su marcha y cruce el umbral, abandonado su mundo ordinario. Tenemos que obligar a nuestro personaje a que abandone su cómodo mundo ordinario, no hace falta matar a alguien, puede ser un ciclón que se lo lleve al fantástico mundo de Oz. Como el nuevo mundo que va a visitar nuestro héroe es muy distinto al original, se irá sumergiendo poco a poco (para que no entre en shock) e irá descubriendo sus nuevas habilidades especiales paulatinamente así como a sus enemigos.

Resumiendo un poco, tenemos para este viaje tres partes: la partida, la iniciación y el regreso. Y en la primera fase nos encontramos con: el mundo ordinario, la llamada a la aventura, el rechazo de la llamada, la ayuda sobrenatural y la travesía el primer umbral. Una vez que lo atraviese, ya no hay vuelta atrás y nuestro personaje conocerá el mundo mágico o especial en el siguiente acto.

Sobre la extensión de esta parte, depende.

Sobre la necesidad de un prólogo, depende. El mundo ordinario es aburrido, anodino, insulso, tranquilo, y no queremos aburrir al lector. George Lucas nos mete de lleno en la acción con el abordaje de la nave diplomática donde viaja Leia. También tenemos los primeros versos de El señor de los anillos con el relato del anillo único. El prólogo nos puede servir para establecer el tono de la obra, presentarnos al villano, proponer una intriga, e incluso para desorientar, sugestionar y alterar la percepción normal de las cosas.

Por último solo tengo que añadir que todo este concepto de viaje heroico se basa en los estudios sobre mitología realizados por Joseph Campbell y recogidos en su libro El héroe de las mil caras. Christopher Vogler recogió el concepto, lo mezcló con la teoría y arquetipos jungianos y lo aplicó al mundo audiovisual escribiendo guiones para Disney, y también publicó El viaje del  escritor, donde desarrolla, analiza y ejemplifica el viaje.

La semana que viene toca la siguiente etapa, segundo acto, la iniciación.

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Una respuesta a Un viaje de ida y vuelta I (La partida)

  1. Espero la segunda parte, esta me ha gustado muchísimo.

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